Los chicos terminan frente a la computadora o la televisión. No se que será más peligroso. Llega la noche y se escuchan las motos, rugen como si se prepararan para correr por la pista. El circuito es otro, los pilotos son otros. Cambiaron las gorritas por los cascos, sin registro revolotean por el pueblo mirando todo, preparándose para entrar en una casa y después prenderla fuego. Movilizando al cuerpo de bomberos voluntarios, que no eligieron ayudar al prójimo con esa vocación, la de correr detrás de los desmanes que producen estos delincuentes.
No hace muchos años, la alegría del pueblo parecía perpetuarse. Pero se volvió vulnerable.Los límites se van corriendo muy rápido, hasta el de los mismos delincuentes que como dicen ellos mismos: "Loco, antes el barrio lo cuidábamos. Ahora estos pibes te roban a vos mismo por la droga".
La policía no hace nada, los Jueces los dejan libres y vuelven a reincidir, el intendente tiene la culpa y otros comentarios que se escuchan por el barrio, por las radios y en las manifestaciones. Todo sigue igual, menos la vida de uno. Hay gente que ni siquiera va a divertirse fuera de su casa, porque sabe que a su regreso la encontrará abierta y vacía. O estará en una reunión con amigos, totalmente desconcentrado, pensando en que dejó la casa sola.
De lunes a viernes a las 12 o a las 17 horas, uno comienza a mirar el reloj y la tranquilidad se va desvaneciendo a medida que pasan los minutos, hasta que los chicos aparecen por la esquina con su guardapolvo y la respiración vuelve con el palpitar normal del corazón. Pero mientras tanto, la inquietud aumenta.
Hay cada gente nueva en el pueblo -dice una mujer por lo bajo- vaya uno a saber de donde vienen. Otro enojado le dice: "no lo condene doña, por portación de cara". También para hacerla redonda - este joven- le podría haber dicho: "que vieja facho!!!". Este es el mensaje que nos han instalado en la cabeza: "facho", es lo más cómodo para frenar la observación que hacemos cada vez que vemos algo raro. Entonces nos callamos, miramos para abajo y nos metemos detrás de nuestras rejas. Jamás vi a un preso comprar su propia reja.
Y así nos va. Si, son caras raras porque es la primera vez que uno las ve. ¿Eso es ser facho? Viven asinados, como pueden dentro de un departamentito. Nadie trabaja ¿De que viven? por hacerme esa pregunta ¿soy facho?. Porque si no trabajan y comen, de algún lado sacan el dinero o la comida. Con esa pregunta cuido a mi vecino, me cuido yo y a mi comunidad, que no va a progresar si tiene gente que no trabaja.
Santa Teresita, hermosa por la tranquilidad de sus playas. Hace muy poco, unas madres dejaban temprano a sus hijos en la escuela y se juntaban para hacer caminatas por la playa, al menos una hora -Bien para su salud física y psíquica-, a pocas cuadras desde el interior de los médanos salía un tipo completamente desnudo. Al principio, como sólo se exhibía le jugaron un par de chistes. Hoy hay muchas personas que no tienen ganas de caminar por las tranquilas playas de Santa Teresita.
Hace 6 años desapareció una persona intachable -por Darío Jerez-, y no se sabe absolutamente nada. El límite se corre rápido. Por la calle 2, del centro empezaron desde hace unos años con los asaltos a mano armada. Jamás de los jamases, hace 10 años se imaginaba algo así. Los muertos ya no suman de a poco en el Partido de La Costa, son muchos para lo inimaginable de hace un tiempo.
¿Son mentiras? hasta cuando tengo que seguir mintiéndome y creer que estoy en un paraíso o decir: "en el conurbano está mas jodido". No, si a un chico de La Costa le pasa algo es terrible, no me vengan con el cuento que lo asaltaron, pero no lo mataron. Entonces ¿La muerte es el límite?.
Le entraron a robar y le vaciaron la casa, menos mal que el dueño vive en Buenos Aires. No, el límite es otro, la casa de ese propietario también es la mía. Paga sus impuestos para que yo viva mejor en la Costa, le cuido la casa, porque les va a decir a sus vecinos que Santa Teresita es hermosa y lo va a gritar por donde vaya. En cambio hoy, ese propietario grita otra cosa y también de nuestras madres.
Ellos, los delincuentes, los pibes chorros, los pibes de gorrita que andan en las motos que no los para ni la policía, ni control urbano, no tienen límites. Nadie se los muestra, ni la ley. Nosotros si tenemos límites, con muy poquito radio. Por momentos, sólo por momentos somos felices, ellos no, siempre son felices. No tienen límites.
Se están robando todo, su infancia y adolescencia. Se están robando la felicidad de la gente. Ricardo Chaar, un empresario que eligió él venir con su comercio a Santa Teresita, decía en una radio: "De que me sirve todo lo que tengo si matan a mi hija". A quien le sirve lo que tiene si le matan a ser querido. Estos chicos ¿se habrán preguntado alguna esto? Los padres de estos chicos ¿piensan que alguna vez les puede pasar a ellos? ¿Quieren eso para sus hijos? o mejor los dejamos que traigan plata para la casa.
Conversando con una profesora, me contaba que un par de alumnos le decían: "Profe si necesita algo nos avisa, por poca plata le conseguimos cualquier cosa". No, gracias le dijo la docente simpáticamente. El alumno insistió: "no hay problemas profe, la gente nos viene a pedir un DVD o lo que necesitan". Y aquí está la cuestión, el tremendo mercado negro que sostienen mucho. Si de aquí no salen contenedores -con todo lo que se roba-, Santa Teresita tiene 17 cuadras por 30. El límite de estos delincuentes es infinito, el nuestro es pequeño y es pequeño, porque actuamos como solitarios. Somos una muchedumbre de solitarios, tan frágiles como una ramita y nos quiebran porque nos agarran de uno. Un montón de ramas juntas es muy difícil de romper.
Cuando el ESTADO no pone los límites, los pone la gente y se llama ORDEN. Creo que ambos ampliaron sus límites, el ESTADO y los delincuentes.
ARIEL FONTANA DNI 14.784.659