Nota– Ariel Fontana
A menos de una semana de conmemorarse otro aniversario del Día del Periodista, me sigo haciendo cada año más preguntas, como cualquiera en su profesión, con ganas de seguir aprendiendo y poderdar un mejor servicio para la comunidad y para los que vivimos inmersos en el mundo de las incertidumbres que causalmente nunca se acaban.
En este contexto de cuarentena tenemos, por un lado, dos nuevas definiciones o quizás las más significativas que son las Fake News y la Infodemia. Por el otro, la lucha por combatirlas, que es tan necesaria como luchar contra el covid-19. Como si compitieran entre sí, para ver quien causa más daños colaterales sobre la sociedad. Nos encontramos ante una encrucijada inevitable: dejar lo viejo e implementar lo nuevo. Dentro de este grupo ponemos un sinnúmero de situaciones, desde las costumbres, la salud, la comunicación: el vínculo, el trabajo, la economía, pensar en un plan de contingencia. Metafóricamente hablando, estamos dentro de un edificio que se está derrumbando, cuando tenemos proyectado uno nuevo. En donde debemos dirimir si el tiempo lo utilizamos para apuntalar el viejo edificio, que se nos está viniendo encima o utilizamos ese tiempo en la construcción del nuevo. A su vez sabemos que no debemos apuntalar desde adentro por es peligroso y no tendría mucho sentido en sostener algo que se está derrumbando. Hay que salir en dirección de planificar y construir, lo nuevo. Y lo debemos hacer entre todos. Es una lucha en la que nos vamos a salvar y lo hacemos entre todos, nosotros.Comencemos por las Fake News. El mejor anticuerpo es el pensamiento crítico,
sin dudas. Las fake news penetran el tejido social y producen mucho daño. Tiene
que ver en cómo las diferentes publicaciones se reproducen y no como se
producen. Es tanta la información que recibimos a diario -segundo a segundo-
que leer mucho “es aburrido”, ni hablar de tratar un tema, conversarlo, lograr
conclusiones, debatirlo, exponer diferentes puntos de vista. Estas noticias
entran en cada uno de nosotros por el título y por la imagen, el contenido con
suerte será leído por muy pocos. Entonces a ese título y/o imagen, lo volvemos
a reproducir con nuestra impronta, pareces y datos recogidos al voleo, como
quien diría. Así penetran las fake news en nuestra vida social, sin discusión.
Estudios
realizados por el MIT -Massachusetts Institute of
Tecnology- dieron como resultado, que las noticias falsas tienen un 70% más
de difusión que las verdaderas. Debido a la novedad y a la sorpresa que causan.
El impacto que produce en nuestras emociones, la indignación que provocan estas
falsas noticias, no nos da el tiempo de verificar el autor, las fuentes
confiables o si otros medios publicaron algo similar. Pero lo que si hacemos
demasiado rápido es reenviarlas por cuantas redes sociales hay disponibles. Jonathan
Haid, Psicólogo, concluye en uno de sus análisis que “No buscamos la verdad, sino
reafirmarnos”. Tratando de acomodar nuestras opiniones en esa dirección.
Lo mismo sucede con la Infodemia, a tal punto que la OMS ha publicado
artículos referidos a la cantidad de noticias sobre el covid-19 sin chequear,
sin tener el sostén argumentativo científico. Al igual que las fake News, han
producido mucho daño en la desinformación. Inclusive una disputa por la
información entre los grandes medios de comunicación mundiales y el periodismo
científico que nutre a las revistas de renombre en el mundo académico.
En este panorama que vivimos a diario ¿Podremos encontrar una solución? La
respuesta siempre será relativa y aprovecho a trazar un paralelismo
contextualizado con la pandemia. Y comienzo con una pregunta de sentido común
¿El covid-19 viene a contagiarnos a nosotros? ¿O el virus nos infecta cuando
nos exponemos ante él? Entonces ¿No creen que sucede lo mismo con las Fake News
y con la Infodemia? Que nos afectan, cada vez que le damos difusión de la
manera más nociva, como lo estamos haciendo a diario. Podemos reducir los riesgos
si, cuestionamos el origen de una nota o una noticia, si nos detenemos a leer
todo el artículo, quien lo escribe, de que fuentes confiables se basa, si nos
inquietamos por entender, si razonamos sobre ese tema, conversando con otros,
si nos cuestionarnos la información que recibimos y compartimos. En muchas
ocasiones consumimos información desde la individualidad y así como la
recibimos la reenviamos, sin tener en cuenta que podemos propagar un daño.
Nos quieren quebrar la pluma, dice el título y hay una clara intencionalidad
con quien promovemos el pensamiento crítico y no un sello de “confirmación”
puesto urgente sobre una información para que salga al ruedo, sin ser pensada,
sin ser cuestionada. Hoy podría decir sin sonrojarme, que el periodismo se está
mimetizando con los opinólogos en red, con aquel que desde su celular o Tablet escribe
lo que se le ocurre. Así funciona esta herramienta digital que llamamos internet
y que es en donde nos encontramos todos, escribiendo, reenviando, produciendo y
reproduciendo. Pero no es la responsable de cuidarnos a cada uno de nosotros,
ni mucho menos nos tiene en cuenta como seres humanos, sino como una parte a
ser usada por un algoritmo que se encargará de proveernos lo que creemos que necesitamos.
¿Qué tiempo utiliza un usuario en internet para poner unas pocas palabras en su
cuenta y cuanto es el tiempo que utiliza un periodista para hacer una
producción, cuidar las formas, la responsabilidad, su trabajo de años, su
compromiso con la palabra y su comunidad?
Han logrado apartarnos de los artículos que cuestionan situaciones que
operan en favor de ellos y no de la comunidad. Reemplazando artículos con
producción periodística, por frases cortas inventadas para que “corran”
rápidamente, para que no se piensen. Siempre dependerá de nosotros, recibir una
buena información, de construir ciudadanos comprometidos con el futuro. Un
futuro que nos contemple a todos, que lo justo sostenga la igualdad. Nosotros
podemos.