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sábado, 30 de mayo de 2020

Nos quieren quebrar la pluma


 Nota– Ariel Fontana

A menos de una semana de conmemorarse otro aniversario del Día del Periodista, me sigo haciendo cada año más preguntas, como cualquiera en su profesión, con ganas de seguir aprendiendo y poder
dar un mejor servicio para la comunidad y para los que vivimos inmersos en el mundo de las incertidumbres que causalmente nunca se acaban.

En este contexto de cuarentena tenemos, por un lado, dos nuevas definiciones o quizás las más significativas que son las Fake News y la Infodemia. Por el otro, la lucha por combatirlas, que es tan necesaria como luchar contra el covid-19. Como si compitieran entre sí, para ver quien causa más daños colaterales sobre la sociedad. Nos encontramos ante una encrucijada inevitable: dejar lo viejo e implementar lo nuevo. Dentro de este grupo ponemos un sinnúmero de situaciones, desde las costumbres, la salud, la comunicación: el vínculo, el trabajo, la economía, pensar en un plan de contingencia. Metafóricamente hablando, estamos dentro de un edificio que se está derrumbando, cuando tenemos proyectado uno nuevo. En donde debemos dirimir si el tiempo lo utilizamos para apuntalar el viejo edificio, que se nos está viniendo encima o utilizamos ese tiempo en la construcción del nuevo. A su vez sabemos que no debemos apuntalar desde adentro por es peligroso y no tendría mucho sentido en sostener algo que se está derrumbando. Hay que salir en dirección de planificar y construir, lo nuevo. Y lo debemos hacer entre todos. Es una lucha en la que nos vamos a salvar y lo hacemos entre todos, nosotros.Comencemos por las Fake News. El mejor anticuerpo es el pensamiento crítico, sin dudas. Las fake news penetran el tejido social y producen mucho daño. Tiene que ver en cómo las diferentes publicaciones se reproducen y no como se producen. Es tanta la información que recibimos a diario -segundo a segundo- que leer mucho “es aburrido”, ni hablar de tratar un tema, conversarlo, lograr conclusiones, debatirlo, exponer diferentes puntos de vista. Estas noticias entran en cada uno de nosotros por el título y por la imagen, el contenido con suerte será leído por muy pocos. Entonces a ese título y/o imagen, lo volvemos a reproducir con nuestra impronta, pareces y datos recogidos al voleo, como quien diría. Así penetran las fake news en nuestra vida social, sin discusión.
Estudios realizados por el MIT -Massachusetts Institute of Tecnology- dieron como resultado, que las noticias falsas tienen un 70% más de difusión que las verdaderas. Debido a la novedad y a la sorpresa que causan. El impacto que produce en nuestras emociones, la indignación que provocan estas falsas noticias, no nos da el tiempo de verificar el autor, las fuentes confiables o si otros medios publicaron algo similar. Pero lo que si hacemos demasiado rápido es reenviarlas por cuantas redes sociales hay disponibles. Jonathan Haid, Psicólogo, concluye en uno de sus análisis que “No buscamos la verdad, sino reafirmarnos”. Tratando de acomodar nuestras opiniones en esa dirección.
Lo mismo sucede con la Infodemia, a tal punto que la OMS ha publicado artículos referidos a la cantidad de noticias sobre el covid-19 sin chequear, sin tener el sostén argumentativo científico. Al igual que las fake News, han producido mucho daño en la desinformación. Inclusive una disputa por la información entre los grandes medios de comunicación mundiales y el periodismo científico que nutre a las revistas de renombre en el mundo académico.
En este panorama que vivimos a diario ¿Podremos encontrar una solución? La respuesta siempre será relativa y aprovecho a trazar un paralelismo contextualizado con la pandemia. Y comienzo con una pregunta de sentido común ¿El covid-19 viene a contagiarnos a nosotros? ¿O el virus nos infecta cuando nos exponemos ante él? Entonces ¿No creen que sucede lo mismo con las Fake News y con la Infodemia? Que nos afectan, cada vez que le damos difusión de la manera más nociva, como lo estamos haciendo a diario. Podemos reducir los riesgos si, cuestionamos el origen de una nota o una noticia, si nos detenemos a leer todo el artículo, quien lo escribe, de que fuentes confiables se basa, si nos inquietamos por entender, si razonamos sobre ese tema, conversando con otros, si nos cuestionarnos la información que recibimos y compartimos. En muchas ocasiones consumimos información desde la individualidad y así como la recibimos la reenviamos, sin tener en cuenta que podemos propagar un daño.
Nos quieren quebrar la pluma, dice el título y hay una clara intencionalidad con quien promovemos el pensamiento crítico y no un sello de “confirmación” puesto urgente sobre una información para que salga al ruedo, sin ser pensada, sin ser cuestionada. Hoy podría decir sin sonrojarme, que el periodismo se está mimetizando con los opinólogos en red, con aquel que desde su celular o Tablet escribe lo que se le ocurre. Así funciona esta herramienta digital que llamamos internet y que es en donde nos encontramos todos, escribiendo, reenviando, produciendo y reproduciendo. Pero no es la responsable de cuidarnos a cada uno de nosotros, ni mucho menos nos tiene en cuenta como seres humanos, sino como una parte a ser usada por un algoritmo que se encargará de proveernos lo que creemos que necesitamos. ¿Qué tiempo utiliza un usuario en internet para poner unas pocas palabras en su cuenta y cuanto es el tiempo que utiliza un periodista para hacer una producción, cuidar las formas, la responsabilidad, su trabajo de años, su compromiso con la palabra y su comunidad?
Han logrado apartarnos de los artículos que cuestionan situaciones que operan en favor de ellos y no de la comunidad. Reemplazando artículos con producción periodística, por frases cortas inventadas para que “corran” rápidamente, para que no se piensen. Siempre dependerá de nosotros, recibir una buena información, de construir ciudadanos comprometidos con el futuro. Un futuro que nos contemple a todos, que lo justo sostenga la igualdad. Nosotros podemos.  

jueves, 7 de mayo de 2020

Partido de La Costa: Periodismo Local


Trabajar con un enfoque periodístico que promueva los recorridos propios de aprendizaje con un punto de encuentro en beneficio de nuestra comunidad, es posible. Aunque sigue siendo de manual. Nos permitiría desarrollar potencialidades que impactarían en un carácter colectivo en nuestra sociedad. Sería romper con la estructura instituida de hacer producciones periodísticas con un fin individualista. Evitando un fin corporativista, por uno cooperativista. Unificando las zonas que actualmente delimitan nuestro trabajo en producciones periodísticas localistas, modificando ese esquema en producciones compartidas desde todos los sectores que componen nuestro territorio local y regional. Comprendiendo y empatizando con las necesidades de nuestra sociedad.
“El periodismo debe reconstruir su valor ayudando a la gente a mejorar sus vidas y comunidades” dijo Jeff Jarvis  crítico y analista estadounidense de culturas de masas. Y agrega diciendo que el periodismo debe ser un servicio y no un espectáculo.
Son muchas las preguntas que me surgen cada día, desde el compromiso de aprender un poco más de esta profesión. De pensar el periodismo como una herramienta de transformación, que facilita el vínculo necesario entre las instituciones y el estado, entre nuestro trabajo como medios de comunicación y sus destinatarios. Preguntas que me ayudan a problematizar y construir puentes en los que me permita visibilizar los sucesos y actores sociales desconocidos. Protagonistas intervinientes en nuestra comunidad que se caracterizan por una dinámica heterogénea, en el campo social. 

Un periodismo que comience por la comunidad y no por el contenido

En palabras de Jeff Jarvis (1), "hacer un periodismo que comience por la comunidad y no por el contenido". Se trata de una práctica que comienza por la escucha, la observación y la reflexión de las necesidades de nuestra comunidad, en donde la producción no tenga como resultado un “contenido” sino un servicio.
Me pregunto: ¿Hacia dónde van nuestras producciones periodísticas? ¿A quiénes van dirigidas estas producciones? ¿Desde dónde hacemos nuestro trabajo periodístico, a favor de quién, en contra de quién? Siento que estamos trabajando “por defecto” sin exponer nuestras potencialidades. Sin siquiera escudriñar en los saberes ocultos, que muchas veces quedan guardados vaya uno a saber dónde. Podríamos sistematizar nuestras experiencias y problematizar el hacer periodístico, en pos de transformar lo que pensemos en conjunto que deba ser modificado. 

¿Qué estamos produciendo?

¿Qué tipo de producción periodística estamos haciendo? ¿Copiamos, pegamos y reproducimos? ¿Qué es lo que copio y pego? ¿Chequeamos la fuente? ¿Qué importancia le damos a chequear la fuente? ¿En qué punto nos colocamos si sólo copiamos, pegamos y reproducimos? También se puede copiar y pegar y realizar una producción con una introducción o una conclusión de ese artículo, generando un sentido al por qué decidimos darle difusión a ese copiado y pegado. Es necesario que nuestros receptores den cuenta de nuestro trabajo ideológico y no reproductivo -aunque esto último también pertenezca a lo ideológico-, con una devolución que produzca una conversación del tema. Tampoco vamos a afirmar que somos portadores y una verdad o que el tema se agota en nuestro artículo. Bien sabemos que a esta altura el receptor es quien inmediatamente se vuelve emisor y en ocasiones nos dejan de lado para concluir entre ellos, algo que no hemos percibido y no lo quisimos publicar.

El diálogo como una herramienta necesaria

¿Cuáles son los mecanismos que utilizamos para generar un diálogo con nuestros receptores? ¿Cómo conocemos y entendemos la demanda de un sector social si no hemos conciliado un diálogo? ¿Cómo compartimos y difundimos los comunicados del estado en todos sus niveles, si no establecemos un diálogo con sus agentes? La página oficial estatal ¿Tiene competencia o injerencia en las producciones periodísticas locales? En qué momento actuamos como deconstructores analistas de un mensaje que impacta sobre nuestra comunidad. ¿Cuáles son los mensajes invisibles -entre líneas- que cumplen con un requisito de publicación y cuáles son los que cumplen con una intención política partidaria? ¿De qué manera estas acciones impactan y afectan el universo comunitario? ¿Cuáles son los efectos no deseados que toma el estado para revertir esas situaciones?

El enfoque periodístico

¿Cuál es el enfoque periodístico que le damos a nuestro trabajo dirigido a nuestra comunidad? ¿Qué sabemos sobre los canales de comunicación que utiliza la comunidad para informarse, para comunicarse? ¿Cuál es el mapa comunicacional que da cuenta del territorio mediático al que tenemos acceso y no me refiero al que creemos que podemos llegar? ¿Nuestras publicaciones son leídas, cuestionadas, comentadas, refutadas? ¿O son producciones unidireccionales de las que no admitimos críticas? ¿En qué momento aplicamos una pedagogía del periodismo en nuestros receptores? Exponiendo una lucha permanente que nos diferencie de quienes producen o reproducen fake news -notas falsas con mala intención-. ¿En qué momento promovemos la realización de un proceso dialógico basado en la escucha crítica y en la reflexión de un tema elegido para resolver una problemática social? ¿En qué momento convocamos a conversatorios que nos permitan producir conocimientos que impacten en nuestra profesión? Que resulten herramientas de comunicación transformadoras para vincularnos con las instituciones intervinientes de nuestra comunidad.

(1) JEFF JARVIS es el autor de Geeks Bearing Gifts: Imagining New Futures for News (CUNY Journalism Press, 2014), Public Parts: Cómo compartir en la era digital mejora la forma en que trabajamos y vivimos (Simon & Schuster, 2011), What Would Google ¿Hacer? (HarperCollins 2009), y el Kindle Single Gutenberg the Geek . Bloguea sobre medios y noticias en Buzzmachine.com y presenta el podcast This Week en Google. Es profesor de periodismo de innovación de Leonard Tow y director del Centro Tow-Knight para el periodismo emprendedor en la Escuela de Graduados de Periodismo Craig Newmark de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.


viernes, 7 de junio de 2013

...Día del Periodista?

Día del Periodista en la Argentina, una discusión sin fin se plantea desde varios ángulos de la información, desde cada mirada, desde cada medio, desde los diferentes lugares en la que ha sido formado el periodista. Muchas veces vapuleado, juzgado, asesinado "como el cartero", por hacer conocer una noticia que "No conviene". El periodista frente a ese consumidor que espera legitimar su relato, tan sólo porque sale de su boca y lo hace realidad, en su casa, en su trabajo, en el café. 
La pregunta vuelve... ¿Periodista? ¿Por qué está detrás de un micrófono, por qué escribe unas cuantas notas, por que está en la radio o en la tele? ¿Periodista? Por que hoy escribe en la web, a través de un portal, de un blog o las redes Sociales? 
Tal vez por todo esto, hay un público pasivo que ve, que observa nuestro trabajo. Que sabe y se siente acompañado y necesita que su caso o su tema se convierta en suceso. Que conoce que este oficio no tiene hora ni carga horaria, ni estaciones del año y no importa a que hora sale el sol o la luna, importa que la nota convertida en noticia o en un anuncio esté en el éter. Que haya salido a vagabundear por el espacio cybernético, sin saber con certeza en que manos o mentes caerá. 
Tal vez depende de la responsabilidad que cada uno le pongamos a una nota o a una imagen para lograr el objetivo que siempre será personal. Aunque ese periodista responda a un interés particular, la decisión de pertenecer es inclusiva. No hay motivos para juzgamientos estériles, porque lo importante aquí es donde impacta "ese trabajo" y no que se gana con ello.
Pero siempre la mirada está puesta en el Periodista, porque que se lo eleva al "éxito y a la fama", para que en las buenas lo llenen de aplausos y en los fracasos lo entierren de basura. El público necesita no hacerse cargo de su demanda y así hoy caemos en las redes sociales. En donde el emisor-receptor-emisor se enfrenta con el mismo y como si fuera poco con sus pares: Otros demandantes de sucesos. Y aquí es donde el periodista se entremezcla con ese público que no lee ni le llama la atención su trabajo de oficio. Por que el de las redes sociales ha superado en millones esa difusión, que el periodista hubiese preferido que le pasara a él con su nota. Miles de herramientas se crean a diario para combatir con ese hombre que se ha metido en el oficio del periodista. Con ese alguien que desde su celular -impensable hace 10 años atrás- manda un archivo, que en décimas de segundos cruza el mundo de lado a lado. Un niño que con sus pulgares, juega con su celular con otro que está a pocos metros de una guerra o de un estallido de un misil! Presidentes de potencias mundiales que toman decisiones a través de una red Social, utilizando los pulgares, aunque algunos ya ni los pulgares, con la voz simplemente reconocida en su aparato,  hoy cambia al mundo.
¿Periodistas? ¿Adonde están? ¿En que momento trabajamos, en que momento nos legitimamos como tal? ¿Puede un señor de la calle entrar a defender a un acusado a un tribunal? ¿Puede otro señor de la calle entrar a un quirófano y oficiar de instrumentista? ¿Puede un señor de la calle ingresar a la cabina de un Boing y ajustarse el cinturón para volar? En cambio ese señor que no tiene cabida por esos lares, en las redes sociales si... este señor se convierte en médico, piloto aeronáutico, letrado, en un pedófilo escondido detrás de un monitor y un teclado. Porque las redes sociales se vinculan hoy a través del periodismo, porque el mismo periodista reproduce los twiters, los comentarios de facebook, por los medios en donde su público lo reconoce como tal. Hay programas enteros dedicados a las redes sociales. 
En un día como hoy, me surge esa reflexión: ¿Donde estamos los periodistas luchando por defender la palabra? Adonde quedó el legado que comenzó con Mariano Moreno y siguió con Rodolfo Walsh -por nombrar algunos históricos de nuestro país.
7 de Junio, no hay dudas que todos los años se festeja para esta fecha a partir de lo establecido en el primer Congreso Nacional de Periodistas que se celebró en Córdoba, el "Día del Periodista". La idea de elegir ese día fue con el propósito de recordar el primer diario que emitió Mariano Moreno el 7 de junio de 1810, "La Gazeta de Buenos Ayres". Para la época fue todo un suceso, que no hacía un mes que se había declarado la Revolución de Mayo, recién nacía la Argentina que en 1816 celebrara su independencia a los ojos del mundo.
En aquel momento histórico, la Primera Junta había firmado el decreto con el fin de publicar noticias locales y del exterior, como así también la celebración de los actos públicos. En los primeros pasos los redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
De aquí, hago un salto temporal hasta Rodolfo Walsh, que entre su trabajo como escritor e investigador publicó "Operación Masacre" en 1.957 y en 1.976 crea el ANCLA -Agencia de Noticias Clandestina-. La dictadura había coartado la libre expresión y todas las publicaciones eran controladas por el régimen. Rodolfo Walsh, con la "Cadena Informativa" luchó desde la clandestinidad, para que la palabra fuese libre y fue asesinado por ese motivo el 25 de marzo de 1.977 por el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina. Asesinado por defender la palabra!

sábado, 6 de junio de 2009

Ley de Servicios y Comunicación Audiovisual en la Argentina

Lo Crudo y lo Cocido
Por Ricardo Foster

Hay ciertos momentos en la vida política de un país, momentos extraños y sugerentes, en lo que los diversos personajes que ocupan lugares destacados no ocultan sus intenciones. Sus intervenciones públicas son elocuentes y la lógica de sus intereses se pone inmediatamente de manifiesto.

Texto completo en http://www.saladeprensa.org/art827.htm


Ricardo Foster es Doctor en Filosofía. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Texto publicado en el blog Comunicaciones sin Fronteras

Este artículo fue extraído de: www.saladeprensa.org

sábado, 8 de noviembre de 2008

Por qué estudiar periodismo...

Este artículo va dirigido a aquellos profesionales de la Comunicación, que con mucho esfuerzo y dedicación, dignifican y luchan día a día para sacar -en muchos casos- de la "Prostitución informativa", la profesión del periodista. En la que sectores de -y del- Poder pusieron para valerse a través de ella.

Artículo extraído de
SALA de PRENSA

Por qué estudiar periodismo
Mario A. Urquizo V. *

Muchas veces me he preguntado si es necesario que los periodistas tengan una formación universitaria. Cuando lo hago, a mi mente llegan las imágenes de esos medios que viven del escándalo en el deporte, en el espectáculo y, sobretodo, en la misma política. Entonces parece contradecirse la necesidad de la profesionalización del periodista, en medio de un canibalismo en el que poco importa el título frente a la palabra fácil, al adjetivo ramplón o la “mermelada” por los “servicios prestados”. Entonces, ¿por qué las entidades educativas universitarias insisten en la enseñanza de esta carrera?

La respuesta no es sencilla. Debe nacer de criterios de la propia educación universitaria, de la consideración científica de nuestra profesión y de las características de su ejercicio.

Partamos de un criterio elemental: Cualquiera puede ser periodista, sin ninguna duda. Desde el corresponsal escolar, hasta el jefe de una oficina de relaciones públicas de alguna entidad pública, o el sobrino del director, el que no tenía trabajo o el abogado que escribe “bonito” y que opina sobre la coyuntura. Cualquiera, cualquiera...

Pero, ¿qué es lo que debe diferenciar al periodista egresado de una universidad de un periodista empírico? Dos aspectos importantísimos que están lejos de quienes de pura casualidad terminaron quitándonos algunos puestos de trabajo: el conocimiento de la técnica y el compromiso ético con nuestra profesión.

El conocimiento de la técnica

¿Cómo empiezan a hacer de periodistas quienes no han estudiado nuestra carrera? Viendo, copiando, por prueba y error, como sea, sin saber qué género o especie escribir, confundiendo la opinión con la información, por último confundiendo al público, malacostrumbrando a la gente, haciendo creer que el papel soporta cualquier cosa. Así las cosas, resulta imposible mejorar.

Las lecciones universitarias que un estudiante recibe a lo largo de diez ciclos académicos marcan una diferencia abismal. Durante este tiempo los jóvenes comienzan a diferenciar los géneros periodísticos, se entrenan en cada una de las especies, progresivamente, desde lo más informativo hasta lo más opinativo, reconociendo sus características particulares y las diferencias entre ellas, sus fases, sus etapas, el por qué de sus etapas, encaminando correctamente su investigación, afinando día a día su redacción, no sólo en la parte lingüística, tan maltratada por algunos, sino en el propio estilo, logrando diferenciar la literatura y el verso florido de la noticia misma.

Más allá de la redacción periodística, los alumnos conocen la tecnología aplicada a las comunicaciones; así, los talleres de cómputo, fotografía, radio y televisión los adentran en el mundo de los medios. Con el dominio de los equipos se amplían las posibilidades laborales y se garantiza una educación diferenciada y progresiva.

Con los estudios universitarios, los egresados pueden no sólo redactar sino producir sus propias revistas, periódicos, programas de radio o televisión, crear proyectos de desarrollo empresarial o participar en la implementación creativa de una oficina de relaciones públicas de manera profesional.

El compromiso ético

Si sólo nos quedáramos con la técnica, seríamos como aquellos “monstruos” que manejan extraordinariamente algo pero que no saben aplicarlo dentro de una circunstancia particular y están a la espera de la directiva, de la indicación del jefe para hacer uso de sus profundos conocimientos en la materia. Es decir, si sólo se enseñara la técnica no desarrollaríamos la creatividad, el ingenio, el talento.

Entonces surgen palabras como “formación”, “integridad”, “humanismo”, “compromiso social” y“responsabilidad”, y como cuando en un cuarto oscuro se abren las cortinas, la concepción de nuestra profesión se visualiza con toda claridad y en su real dimensión. Para ello, están todos los cursos que acompañan al estudiante en su formación deontológica y humanista, logrando que el futuro periodista no sea un copiador o repetidor como el empírico, sino desarrolle su capacidad creativa, entienda los procesos político-sociales, analice el contexto en el que se desarrolla, los antecedentes históricos y las proyecciones para el futuro.

Su sólida formación en valores democráticos, su preocupación en la defensa de los derechos sociales, la defensa de la verdad y la libertad, garantizan su calidad profesional. Una calidad que, en definitiva, opaca a cualquier empírico y que día a día se va imponiendo en los medios de comunicación o las oficinas de imagen institucional de nuestro país.


* Mario A. Urquizo V. es periodista redactor y editor de revistas financieras así como profesor de la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza así como de la Universidad Tecnológica del Perú.