El 19 de marzo pasado, el presidente
de la Nación, Alberto Fernández anunció en su DNU: “aislamiento
social, preventivo y obligatorio” en los términos indicados en el presente
decreto. La misma regirá desde el 20 hasta el 31 de marzo inclusive del
corriente año, pudiéndose prorrogar este plazo por el tiempo que se considere
necesario en atención a la situación epidemiológica.”
El 2 de abril de 1982, los
argentinos nos despertamos con la noticia del desembarco de tropas argentinas
en las islas Malvinas. Aquellos soldados comenzaban su “aislamiento social,
militar y obligatorio”. Que duró desde el 2 de abril al 14 de junio, unos 74
días de frío, de hambre, de incertidumbre, de rabia, de pena, de tristeza, de
mandíbulas apretadas que contenían todos los sentimientos juntos. Cada minuto
era un día, cada momento era un capítulo de esta historia, cada pestañar era una
pulsión para seguir sobreviviendo.
En esta cuarentena no jactamos
de haber sorteado un control policial sanitario. En Malvinas si salías de la
trinchera, sentías el dolor que te producía la bala que atravesaba tu cuerpo,
para herirte o para apagar tu vida.
No puedo ser indiferente a mis
héroes que pensaban en los que quedamos en el continente, sin saber que
mientras ellos estaban allí con todo el peso moral de ser argentinos, aquí se
festejaban otras fiestas, la de los egoístas y miserables que vivían como si
nada estuviera pasando.
Una cuarentena que nos tiene “encerrados”,
que jamás pensaríamos que se trata de una medida de prevención. Que nos tienen “aislados”
sin advertir que el virus actúa por contacto y sin discriminar. Una cuarentena
que no nos permite ni siquiera pensar qué fue de aquellos héroes de Malvinas, héroes
que estaban aislados, en medio de una guerra que no era suya, pero allí estaban
con armas y no con barbijos, dentro de trincheras frías y reales. Envueltos por
el miedo del estallido de bombas que ni siquiera sabían de donde venían. ¿Qué
hubieran dado por tener agua y jabón para lavarse las manos?
Así somos en su mayoría,
esclavos de nuestra cultura, esa que juntó el 10 de abril de 1982, en Plaza de
Mayo a miles de argentinos para apoyar al General Leopoldo Galtieri y escuchar
de él, sobre el balcón de la Casa Rosada decir: “Si quieren venir, que vengan.
Les presentaremos batalla.”
Y así nos fue, mientras nuestros héroes
seguían en Malvinas, luchando y sumando cruces, en el continente, como en esta
cuarentena seguimos buscando la manera de “Zafar” del encierro.
No puedo ser indiferente a
nuestros héroes que siguieron luchando a su vuelta contra su pueblo, por el
olvido, la indiferencia o el peor castigo, estigmatizados como “los loquitos de
la guerra”.
Una extensa cuarentena de
olvidos y poca memoria que les costó 18 años ser reconocidos el 2 de abril como
el día de los Veteranos de guerra y caídos en Malvinas.
FELIZ DÍA!!! Mi Héroe de mis
Malvinas y de mi Argentina!!!