El 22 de marzo, en La Nación on line e impresa salió un artículo firmado por el Rabino Sergio Bergman, en donde simplifica y metaforiza el Pesaj Judío con la realidad que se vive en Argentina. Sin embargo no podemos dejar de trasladar el relato al ámbito local.
Hay una palabra que me produce escozor, repugnancia, dolor y podría seguir con un montón de adjetivos más: El subsidio.
El subsidio no es más que una cadena financiera puesta como un grillete en los pies de una persona o una institución. En otras palabras, recibir un subsidio -o de la manera que lo llame "como ayuda social"-, es firmar un contrato tácito del cual usted nunca tendrá una copia, ni mucho menos posibilidad a reclamar absolutamente nada. Se convertirá en un rehén del Estado, llámese Nacional, Provincial o Municipal.
Darle un subsidio a una institución es decirle, como no saben generar recursos y se los damos nosotros -el Estado-, pero a partir de ahora o hacen lo que decimos o no hay más plata.
Esta nota que escribe el Rabino Bergman, traza un paralelo entre la esclavitud del pueblo judío en su éxodo hacia la tierra prometida y la economía que rige en nuestro pueblo.
Creo que ya es hora de salir de Egipto.
Darle un subsidio a una institución es decirle, como no saben generar recursos y se los damos nosotros -el Estado-, pero a partir de ahora o hacen lo que decimos o no hay más plata.
Esta nota que escribe el Rabino Bergman, traza un paralelo entre la esclavitud del pueblo judío en su éxodo hacia la tierra prometida y la economía que rige en nuestro pueblo.
Creo que ya es hora de salir de Egipto.
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