martes, 17 de enero de 2006

Se fijan en un cartel



"Quiero creer que se equivocaron con la ordenanza"



(AF-notinet) Don Mario Mollo dice: “Quiero creer que se equivocaron con la ordenanza”, así comenzó la nota que le hice a un hombre que me mostraba las instalaciones de su complejo turístico con 7 departamentos lujosos para brindarle a los pasajeros el mejor servicio. La Mansión San Isidro está ubicada en calle 44 nº 254 en Santa Teresita y la fundó en 1996. En el frente tiene colocada tres banderas: La Argentina, de la Mansión y otra del Partido de La Costa.

El sábado 14, pasaron inspectores de Control Urbano y le pidieron que retire el cartel que estaba apoyado entre el cordón de la vereda y el poste de luz. Dice Mollo que le dolió la observación, ya que el cartel puesto sobre la pared –como lo indica la ordenanza 329/87 a 80 cms de la pared- perjudica el paso a los turistas y no videntes.








El cartel que antes ocupaba un espacio de 40 cms donde la gente nunca camina sobre el cordón, ahora, sobre la pared molestaría a los veraneantes que pasan a la playa. Así que, Don Mario Mollo guardó su cartel prolijamente pintado para no incomodar a nadie.

A escasos metros de su propiedad hay otro cartel que anuncia alquiler de departamentos y al parecer no hicieron caso a la observación y lo dejaron puesto. Don Mario Mollo comentó que para él no es justo y dice: “tengo un lugar de lujo, invertí en Santa Teresita porque me gusta el lugar, estoy radicado aquí y les doy a mis inquilinos departamentos con todos los servicios, los atendemos con mi señora las 24 horas para que se sientan cómodos. Pago mis impuestos y cuando fui a hablar con el intendente, me anotaron en mesa de entrada 2 veces y nunca me atendió” –comentaba Don Mario con voz angustiada. “En San Isidro pedís un día determinado con el Intendente y vas a la hora citada y te atiende. Yo entiendo que De Jesús esté ocupado porque estamos en temporada, que te diga un día y te reciba, pero sin embargo no es así. El barrendero no pasa nunca”.

Mollo me muestra una cochera interna cubierta, para que los turistas que alquilan allí tengan sus vehículos protegidos.

Después nos fuimos al fondo donde hay una mesa de pool y aparatos de gimnasia para sus clientes.
Entrar allí es sentirse a pleno observando una construcción que nos hace propaganda por si mismo.

“Pregúntele a los turistas como se sienten, cómo están atendidos” dice Mollo orgulloso de su obra. Por eso no entiende porque tanta preocupación por un cartel que estaba puesto donde no molestaba a nadie y no se preocupan por hacer una buena bajada al mar, no puede ser que una persona en sillas de ruedas no pueda bajar a la playa. Y seguía sosteniendo una hipótesis:

“Quiero creer que se equivocaron con la ordenanza”

Es difícil encontrar una explicación racional en un lugar en el que las ordenanzas no se discuten aplicando un sentido común a la cuestión, donde no se observa ni se planifica a futuro, como siempre priman otros intereses que no llevan banderías políticas, sino personales. Los problemas del verano los queremos arreglar en la temporada y así seguimos alimentando día a día tremenda mediocridad.

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