sábado, 7 de enero de 2006

Inmobiliaria: Por 50 pesos quedaron mal

Partido de la Costa-Santa Teresita

Algún día habrá que entender que el precio no es lo mismo que costo. Este es un caso que delata, entre otros problemas comunitarios que tenemos por no tener sentido de pertenencia, la poca importancia que se le da al turista. El precio fue 50 pesos y el costo: una pésima propaganda del lugar.


Ya entramos en el 2006, el verano trajo a La Costa centenares de turistas, los negocios trabajan bien y con muchas expectativas. El clima hace de las suyas, pero la gente se las arregla para pasarla bien. Sin embargo aquí estoy, frente a mi computadora con dos sujeta papeles. En uno, tengo la fotocopia de una denuncia penal, en el otro la fotocopia de una exposición policial y al medio me encuentro yo, con una sensación que se mezcla con un poco de impotencia, bronca y vergüenza ajena. Tengo que hacer una nota que habla de personas de mi pueblo, que en su actuar privilegian el vil metal, antes que una buena atención y servicio.

Por 50 pesos, jóvenes turistas se fueron con una pésima referencia del servicio que les brindó la inmobiliaria SOLFE que está en calle 39 y 3 de Santa Teresita, en el Partido de La Costa.

A estos jóvenes, que llegaron a nuestras playas a pasar unos días tranquilos, cuando fueron al mar les robaron el bolso, con dinero y las llaves del departamento. ¿Sabe que tenían las llaves del departamento? –nota que publicó Pionero el pasado viernes 30- …Increíble!!! El llavero tenía escrito la calle, los datos del edificio, piso y departamento. Le llevó unos 10 minutos, al ladrón entrar al lugar y sacar más cosas, como una cámara de fotos, una caja de herramientas, ropa y otros elementos.

Mientras UD., se pregunta lo mismo que yo ¿Qué hubiese pasado si en el llavero no había datos? En una comunicación telefónica que tuve con el dueño de la inmobiliaria, Jorge Jiménez –que se hallaba de vacaciones a unos 1200 kms según sus dichos- me preguntaba si sabía cómo las otras inmobiliarias alquilaban sus viviendas y que mire que está escrito en los llaveros. Claro, con un comentario así es fácil levantar temperatura gratuitamente. Este señor me estaba diciendo explícitamente que no sólo él estaba brindándole un campo de acción propicia a los delincuentes, sino que las demás inmobiliarias cometen el mismo error. Error que con buena voluntad y muy poco dinero se soluciona: con un código alfa-numérico, donde los datos quedan resguardados dentro de la inmobiliaria –por sugerir una idea y estoy seguro que deben existir miles de alternativas más-. La respuesta a esta sugerencia fue: “No, eso es imposible ¿Se imagina con todos los departamentos que tenemos?” y le sumaría la poca voluntad por hacer las cosas bien.

La cuestión, que por esta razón –el robo de las llaves-, tuvieron que cambiar la cerradura de la entrada del edificio, que en este caso no tenía sentido porque cualquier persona que haya alquilado un departamento en ese lugar, puede obtener una copia de la llave por 3 pesos. Si fue necesario cambiar la cerradura del departamento, ya que seguirían allí unos días más. Pero aquí aparece el problema que desencadena el malestar de estos turistas que recurrieron a la policía para que les devolvieran el pago de la cerradura nueva –según consta la fotocopia de la factura realizada por el trabajo, de $ 55.- ¿Por qué deben abonar una cerradura que queda colocada en el departamento? ¿Si el llavero no hubiese tenido los datos del departamento, el ladrón no ingresaba?¿Por qué tener que recurrir a la policía y desde la comisaría ir con un móvil a la 39 y 3 donde está esta inmobiliaria y como si fuera poco, no les reintegraron el dinero -$ 50.-que habían dejado depositado allí?

La empleada, en una actitud cerrada y fiel a su patrón, según comentaron los turistas, provocó en ellos más bronca e indignación. Gustavo decía calmo dentro de su impotencia: “Ayer me llamó mi jefe porque sale de vacaciones la otra semana, en mi cuadrilla –trabaja en un servicio tercerizado para EDENOR- somos 200 empleados, te imaginarás las referencias que vamos a dar de esta inmobiliaria”. Manifestaron estar conformes con la actuación instantánea de la policía.

Con estas actitudes corremos a los turistas, fuente principal de ingresos monetarios a la zona. Sería interesante que sepamos trasmitir la buena atención que recibimos cada vez que salimos de vacaciones y que tengamos en cuenta que cuando un turista se va mal de nuestras playas, el boca a boca produce un efecto multiplicador.

Si la situación hubiese pasado a la inversa, el efecto multiplicador habría sido diferente. Estos chicos habrían comentado, que pese al problema que tuvieron, la propia inmobiliaria les tendió una mano y les brindó más seguridad, pero no fue así, se fueron mal.

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