La idea de Reformar la Constitución para permitir la "Re-reelección" de Cristina Fernández, ha generado un debate que cada vez cobra mayor repercusión en múltiples sectores políticos, populares y en las ONG. Se mencionan dos cuestiones que dividen las aguas claramente, por un lado se habla de los costos del desgaste político que podría sufrir la presidenta, de acuerdo a las experiencias que se han vivido en otras partes y por el otro se instala el tema como una necesidad a la falta de Candidatos en el Frente para La Victoria.
En un sistema democrático, en donde el pueblo se expresa a través de sus representantes, en mi caso me inclino por la reforma. La misma no dice que la presidenta -en nuestro caso- debe permanecer en su cargo por tercera vez, sino que abre la posibilidad en el caso de ser nuevamente elegida, que pueda asumir nuevamente otro período dentro de la ley.
En una sociedad que se aprecia de abierta -que tal vez no lo es tanto, por la cantidad de prejuicios que carga sobre su cultura-, no debería ser un problema. Esta reforma, podría generar en el arco opositor -hoy pasivo-, que piense en formar un referente político que pueda competir en las contiendas electorales con probabilidades de ganar y no de participar.
Por qué no? Por qué ver esta reforma como una perpetuidad, si el espíritu de la misma menciona la posibilidad de una re-reelección. También se podría pensar en el oportunismo de la oposición de competir en las elecciones con un candidato de menor porte. Es una posibilidad que tiene una fuerza política de conservar su líder, cuando este está legitimado popularmente. Creo en la reforma como un motivador para la construcción de una nueva fuerza política, que en un futuro pueda mejorar lo que hoy gobierna la Argentina o que ejerza una oposición que actúe como un contra poder y/o contralor estatal.
